viernes, 12 de marzo de 2010

¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (12/03/10)



Título original: Dr Strangelove, or how I learned to stop worrying and love the bomb.
Año de estreno: 1964.
Compañía productora: Columbia.
Productor: Stanley Kubrick.
Director: Stanley Kubrick.
Fotografía: Gilbert Taylor.
Música: Laurie Johnson.
Panfleto original: Peter George.
Guión adaptado: Terry Southern, Stanley Kubrick.
Intérpretes principales: Peter Sellers (presidente Merkin Muffley, capitán Lionel Mandrake, dr. Strangelove), George C. Scott (general Turgidson), Sterling Hayden (general D. Ripper), Slim Pickens (mayor T. J. Kong).

Jack D. Ripper, general estadounidense que ha perdido la cabeza por la tensión de la guerra fría, ordena a su escuadra de bombarderos nucleares atacar con fuerza máxima el territorio de la Unión Soviética en venganza por su impotencia, de la que acusa a los rusos y su "complot para fluorizar el agua". Esta acción bélica pondrá en marcha un complejo entramado de mecanismos de respuesta a ataque en ambas naciones, con el final previsible de la aniquilación mútua asegurada. Esto hace saltar todas las alertas en la Sala de Guerra de los Estados Unidos, donde un frenético presidente y sus consejeros de confianza, en especial el general Turgidson y el científico ex-nazi dr. Strangelove, intentarán comunicarse con sus contrapartidas soviéticas y solucionar este eventual fin del mundo.

Sátira fina e inteligente de los absurdos de la guerra y el rearme nuclear, ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú es una de las tres películas capitales en que Kubrick da rienda suelta a su antimilitarismo y su repugna hacia todo conflicto armado. Sin embargo, a diferencia de Senderos de gloria o La chaqueta metálica (y, por qué no incluirlas, de Barry Lyndon y La naranja mecánica), en esta ocasión se posiciona desde el terreno del humor, ridiculizando y reduciendo al absurdo los tejemanejes y los juegos de poder de las antiguas superpotencias. Deliciosamente jocosa, no solo guarda risas y reflexiones para el espectador, sino que envuelve su trama en una perfección técnica tan sublime como histriónico es el contenido. Si a esto le aderezamos interpretaciones memorables, con un Peter Sellers en estado de gracia a la cabeza, el resultado final hace a la cinta merecedora de su puesto en la lista de mejores películas del American Film Institute.

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