Titulo original: Peeping Tom
Año de estreno: 1960
Productor: Albert Fennell, Michael Powell
Compañia productora: Michael Powell (Theatre)
Director: Michael Powell
Fotografía: Otto Heller
Música: Brian Easdale
Guión: Leo Marks
Intérpretes principales: Karleinz Böhm, Moira Shearer, Anna Massey, Maxine Audley, Brenda Bruce, Miles Malleson, Esmond Knight, Martin Miller, Michael Goodliffe, Jack Watson, Shirley Anne Field, Pamela Green
Mark Lewis trabaja en unos estudios cinematograficos realizando tareas menores, como enfocar los planos. Pero el resto del tiempo lo pasa pegado a una cámara con la que filma crímenes que él mismo comete. Éste es el personaje al que seguimos los espectadores, y con él nos adentramos en sus emociones y los recuerdos de una infancia traumática en la que un padre despiadado lo usó como conejillo de indias para investigar sobre el terror. El resultado lógico de este argumento sería una película de terror, pero Powell elabora un drama con tintes terroríficos. La primera versión del director debía ser bastante más truculenta, eso sí, pero entre la autocensura, la censura impuesta por la indústria y el rechazo del público es imposible determinar hasta qué punto.
En el propósito y la forma de cometer estos crímenes encontramos un particular ejercicio de metacine, ya que Mark compone con ellos un documental sobre el terror y los comete usando la cámara como arma: atraviesa a sus víctimas con un punzón oculto en una de las patas del trípode. Se extrae, pues, la metáfora del cine como violador, ya que las mata “penetrándolas”.
Siguiendo con nuestro imprevisto ciclo de películas malditas (ésta supuso el fin de la carrera de Powell) y que hoy son obras de culto, nos adentramos esta semana en el voyeurismo, en la psicopatía y en el voyeurismo no necesariamente psicópata presente en cada uno de nosotros, cinéfilos atentos a lo que la pantalla pueda ofrecer. Os esperamos en el programa con mucho más.
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