viernes, 15 de julio de 2011

Error crítico

Esta noche, durante la emisión de nuestro programa sobre Los canallas duermen en paz, el ordenador de Ràdio Klara tuvo un error crítico que nos requirío toda la atención, impidiendo la continuación del mismo. Pedimos perdón a todos nuestros oyentes, y en especial a quien pidió expresamente el programa sobre dicho título.

Por supuesto, la cosa no quedará aquí. La semana que viene colgaremos una reposición, por ser imposible la comparecencia de los miembros del programa, y a la siguiente retomaremos la emisión sobre la obra de Kurosawa, esperando para ello mejor fortuna que la que hemos tenido esta noche. Os agradecemos de antemano vuestra comprensión y paciencia.

martes, 12 de julio de 2011

Y el próximo programa... Los canallas duermen en paz





Año de estreno: 1960.
Productora: Toho.
Director: Akira Kurosawa.
Guión original: Akira Kurosawa, Ryuzo Kikushima, Hideo Oguni, Shinobu Hashimoto, Eijiro Hisaita.
Fotografía: Yuzuru Aizawa.
Música: Masaru Sato.
Intérpretes principales: Toshiro Mifune (Koichi Nishi), Takeshi Kato (Itakura), Masayuki Mori (Iwabushi), Kyoko Kagawa (Yoshiko).


Es el día de la boda entre Nishi, un joven apuesto de orígenes humildes, y Yoshiko, la hija del presidente de la poderosa empresa Dairyu. A este evento asisten los principales ejecutivos de dicha empresa, envuelta hace 5 años en un escándalo de corrupción que se silenció con el suicidio de un alto cargo. En medio de la boda aparece una tarta, enviada por un anónimo, que recrea el edificio en el que se cometió el sucidio, con una rosa en la ventana desde la que se arrojó el alto cargo al vacío. Este recordatorio marca el preludio de un intento a gran escala de volver a sacar a la luz los hechos criminales acaecidos hace 5 años, orquestado en las sombras por el propio Nishi, hijo secreto del suicida, que aprovecha su posición dentro de la familia que controla la Dairyu para actuar ventajosamente. Sin embargo, la ciega lealtad de los ejecutivos de la empresa, su malevolencia y habilidad a la hora de estirar de los hilos y persuadir a los demás, y el creciente amor que siente por su esposa, no dejarán de trabar palos en sus ruedas.

Considerada una obra menor del maestro nipón, y pese a ello poderosa narración de tintes deprimentes y cínicos, Los canallas duermen en paz supone la muestra más clara de la vertiente política de Kurosawa, no tan desarrollada como sus otras facetas (la histórica en sus conocidas producciones chambara, la social en obras maestras como Vivir, o la directamente metafísica en sus Sueños) pero igualmente interesante y atractiva. Kurosawa no se corta a la hora de volcar su pesimismo social y su desprecio hacia el rico y poderoso en esta crítica mordaz hacia el sistema empresarial capitalista, investido de sus tradicionales demonios: ambición, avaricia y mentira. Siendo ésta una historia en la que los propios héroes, pese a ser canallas ellos mismos, no son más que la pálida sombra de los monstruos que la proyectan, hombres fríos dedicados al dinero y al poder cuya alienación de toda bondad se vuelve por momentos escalofriante. Combinando de manera deliciosa las formas de entender el cine oriental y occidental, de la forma que sólo el maestro Kurosawa sabía, Los canallas duermen en paz es un pertinente recordatorio mediante el arte de la máxima que años más tarde Puzo y Coppola demostrasen sin asomo de duda: "detrás de cada gran fortuna hay un gran crimen".

Podéis escuchar o descargar el programa desde nuestro canal en iVoox.

martes, 5 de julio de 2011

Y el próximo programa... Delicatessen





Año de estreno: 1991.
Productor: Claudie Ossard.
Directores: Jean-Pierre Jeunet, Marc Caro.
Guión original: Jean-Pierre Jeunet, Marc Caro, Gilles Adrien.
Fotografía: Darius Khondji.
Música: Carlos D'Alessio.
Intérpretes principales: Dominique Pinon (Louisson), Marie-Laure Dougnac (Julie), Jean-Claude Dreyfus (el carnicero).
En un futuro de ubicación y circunstancias indeterminadas, pero muy probablemente tras un conflicto a gran escala que arruinó economicamente el planeta y desposeyó a la humanidad de todos sus recursos alimenticios salvo las legumbres (usadas a modo de dinero, y por tanto sagradas e incomestibles) y la carne humana, los grupos de personas supervivientes han degenerado en una sociedad jerárquica en que la violencia aleatoria y la antropofagia se han convertido en normas diarias. Sin embargo, esto no sucede en el 129 bis de la Plaza de la Albúmina, un edificio de plantas regido con mano de hierro por un cruel carnicero, que atrae a gente del exterior con promesas de trabajo y seguridad para sacrificarlos y repartir su carne entre los inquilinos del inmueble, evitando que nadie mate a nadie dentro de esa pequeña comunidad. Este plan, tan maquiavélico como efectivo, se truncará sin embargo con la llegada de Louisson, un simpático ex-payaso de vida errabunda que despertará la ternura de Julie, la hija del carnicero, que le revela la trama. Juntos, soñarán con escapar de ese ambiente opresivo, llegando a contactar para ello con los misterioros "trogloditas", rebeldes comedores de legumbres que viven en las antiguas alcantarillas.

Extraña y visualmente fascinante, la más conocida de las colaboraciones de la dupla Jeunet-Caro incluye lo mejor de ambos directores: el lado luminoso y positivo del primero, y el cínico y socarrón del segundo. Entre ambos orquestan un siniestro cuento sin moraleja alguna, en que lo principal es la atmósfera que flota a lo largo de toda la cinta y amalgama a los personajes en su poderosa imaginería. Como espectadores, no podemos dejar de mirar una narración en que la estética es lo predominante: al poco de comenzar la película, el argumento y los personajes dejan de importarnos, sumergidos como estamos en una sugerente fotografía de tonos ocres que nos desvela una distopía construída hasta los más pequeños pormenores cuyas tuberías, muelles y demás objetos arcaizantes embellecen el encuadre hasta límites insospechados. Jugueteando con la cámara, siempre en ángulos sorpresivos, ambos directores van creando un ritmo casi musical para las desavenencias del antiguo payaso y su enamorada, que culmina en una gran fanfarria en la que el efectismo y el truco se han adueñado ya de todo y nos han convertido de nuevo en niños que no pueden más que aplaudir ante un truco grandilocuente y cómplice. Una propuesta sin duda original y refrescante del cine francés reciente, que ya adelanta la colaboración de Jeunet con el mago de lo visual Pitof, y adelantan en cierta manera (no hay más que ver los créditos iniciales y la presencia de ciertos actores, por ejemplo) a la revolucionaria Amelie.
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