Vampyr, La bruja vampiro

Título original: Vampyr – Der Traum des Allan Grey.
Año de estreno: 1932.
Compañía productora: Tobis Filmkunst.
Productor: Carl Theodor Dreyer y Julian West.
Director: Carl Theodor Dreyer.
Fotografía: Rudolph Maté.
Música: Wolfgang Zeller.
Guión adaptado: Christen Jul y Carl Theodor Dreyer de la novela Carmilla de Sheridan Le Fanu.
Intérpretes principales: Julian West (Allan Gray), Maurice Schutz (Bernard), Rena Mandel (Giséle), Sybille Schmitz (Léone), Jan Hieronimko (Dr. Marc), Henriette Gerard (Margarite Chopin)

Un joven fascinado por el mundo de lo sobrenatural llega a una aldea recóndita donde decide hospedarse. Pronto ve que la hostilidad de la naturaleza propia de una región tan bucólica, amén de las enfermedades y las muertes sin aclarar, conforman en su suma un cuadro sospechoso. Estando cada vez más seguro de la explicación arcana a estos sucesos, el joven es por fin requerido para cuidar de dos hermanas que parecen acechadas por fuerzas malignas. Será este encargo el que le permita resolver todo el misterio: el pueblo, efectivamente, tiene un habitante muy especial...

Alejada por completo de cualquier elemento grotesco o sanguinolento, Vampyr asemeja más en su fondo y forma a un poema siniestro que a cualquier otra expresión de género terrorífico: Es espléndida a su oscura manera. Centrada en transmitir emociones más que en argumentar cualquier discurso moral o incluso narrativo, esta pequeña joya tardíamente reivindicada constituye un paso más en la dominación demiúrgica del lenguaje cinematográfico por parte de su director, considerado uno de los mejores directores europeo de todos los tiempos de forma prácticamente unánime. Con ecos que presagian las que serán sus tres obras maestras, las imprescindibles Díes irae, Ordet y Gertrud, la escalofriante historia de La bruja vampiro y su aterrorizado feudo es perfecta para introducir al espectador en una de las mentes más preclaras de la temprana madurez del cine.