Título original: Frankenstein.
Año de estreno: 1931.
Compañía productora: Universal pictures.
Productor: Carl Laemmle Jr.
Director: James Whale.
Fotografía: Arthur Edeson.
Música: Carl Laemmle Jr.
Panfleto original: Mary W. Shelly.
Guión adaptado: Garrett Fort, Francis Edward Faragoh.
Intérpretes principales: Colin Clive (Henry Frankenstein), Mae Clarke (Elisabeth), Dwight Frye (Fritz), Edward Van Sloan (Waldman), John Boles (Victor), Boris Karloff (el monstruo).
Henry Frankenstein, joven científico obsesionado con emular a Dios por medio de la ciencia, emprende junto con su ayudante jorobado Fritz un osado experimento para reanimar un cuerpo muerto formado a base de trozos de diversos cadáveres. Tal empresa le tiene prácticamente absorbido, alejándolo tanto de su mejor amigo Victor como de su bella prometida, Elisabeth. En su preocupación, Victor y Elisabeth visitan al antiguo profesor de Henry, el doctor Waldman, quien les aconseja ir a hacerle una visita los tres juntos. Sin embargo, cuando llegan al laboratorio de Henry, presencian la culminación de sus experimentos: ha conseguido dar vida a un horrendo ser, tremendamente fuerte, confuso y airado. Pronto, la criatura, un crímen contra la naturaleza y las leyes divinas, escapará para extender el caos a su paso.
Soberbia muestra de cine de terror en los albores del sonoro, Frankenstein sigue siendo hoy día un referente a tener en cuenta tanto por sus temas como por la técnica usada en su realización. Infinitamente emulada (y parodiada también), la cinta posee el gran acierto de adoptar los temas universales de la gran novela de Mary Shelley acerca del sentido de la vida y la naturaleza de la realidad para adaptar en pantalla un cuento gótico de locura, catástrofes y pavor tremendamente poderoso. Para ello, además, cuenta con un director de excepción que adaptó con gran maestría los descubrimientos estéticos del expresionismo alemán aprovechándose del poderío de los grandes estudios americanos. En definitiva, una joya atemporal que posee el curioso honor de ser de las pocas películas de la historia del cine en ser superada por su propia secuela.
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