Título original:
The Matrix.
Año de estreno:
1999.
Productor: Joel Silver.
Compañia productora: Village Roadshow Pictures, Silver Pictures.
Director:
Larry Wachowski y Andy Wachowski.
Fotografía:
Bill Pope.
Música:
Don Davis.
Guión:
Larry Wachowski y Andy Wachowski.
Intérpretes principales: Keanu Reeves (Neo), Laurence Fishburne (Morpheo), Carrie-Anne Moss (Trinity), Hugo Weaving (Agente Smith).
Thomas Anderson parece un ciudadano corriente: tiene un empleo anodino pero honrado en una empresa de software, sale poco, es amable e incluso ayuda a su casera a bajar a basura. Por la noche todo esto cambia, y
Anderson pasa a ser Neo, un pirata informático de fama creciente, es esta parte
oculta de su vida en la que hará que se posen sobre el dos pares de ojos bien distintos: unos son los de la bella y enigmática
Trinity, otra
hacker que actúa como
adláter de
Morpheo, un nombre legendario en los circuitos del delito por ordenador. Los otros son los de
Matrix, que en sí mismo es un concepto tan puro y complejo que resulta casi inefable, imposible de definir. El conflicto a todos los niveles (físico, psicológico e incluso filosófico) entre estos dos bandos antagónicos creará una espiral de preguntas e incertidumbre en torno al epicentro que ocupa Neo, víctima y objeto además de una oscura profecía que vaticina la llegada de un Elegido y la destrucción de
Matrix, mientras el pobre se ve arrastrado por la contienda y busca
desesperadamente respuestas: ¿qué es
Matrix?, ¿qué y quién es el Elegido, y cual es su verdadera función?.
El inicio de la trilogía que sacudió los mismísimos cimientos del género de ciencia ficción,
Matrix constató en su día tres verdades que el mundo del cine se negaba a ver: que las películas de acción pueden y de hecho deben, tener un argumento todo lo complejo que se pueda; que los efectos especiales y los digitales no solo pueden estar al servicio de dicha trama, sino que en muchos casos son imprescindibles para el desarrollo de la misma; y que, contrariamente a la creencia popular, no todo estaba dicho en el cine, y menos en el campo de la ficción especulativa. El osado experimento de los
Wachowsky que incluso generó una burbuja de breves años de duración dentro de la cual el subgénero del
ciberpunk floreció como nunca antes, sigue siendo a día de hoy un interesante cúmulo de reflexiones filosóficas, estimulantes ejercicios de
metaciencia, y toneladas y toneladas de acción trepidante y
adrenalínica. Todo un clásico moderno digno de
revisitación que ha de recobrar una estima bien merecida, que el público, por oscuras razones, le ha ido negando con el paso del tiempo.
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