El tercer hombre (19/02/10)

Título original: The third man.
Año de estreno: 1949.
Compañía productora: London films.
Productor: Alexander Korda, David O. Selznick.
Director: Carol Reed.
Fotografía: Robert Krasker.
Música: Anton Karas.
Panfleto original: Carol Reed.
Guión adaptado: Carol Reed, Alexander Korda.
Intérpretes principales: Joseph Cotten (Holly Martins), Alida Valli (Anna Schmidt), Orson Welles (Harry Lime), Trevor Howard (mayor Calloway).

Holly, un escritorucho de novelas baratas del Oeste, viaja a la derruida Viena de la posguerra tras la IIGM siguiendo una invitación de su viejo amigo Harry, que le promete techo y empleo. Una vez allí, sin embargo, Holly descubre un hecho terrible: llega a la ciudad justo el día del funeral de su amigo, muerto debido a un misterioso accidente de coche. Allí, queda prendado de una guapa joven que asiste al sepelio, mientras a su vez es vigilado por un hombre que permanece a una distancia prudente de la tumba. Una vez finalizada la ceremonia, el hombre misterioso le invita a tomar una copa, y comienza a interrogarle sobre Harry, desvelándose como un inspector de la policía británica que investigaba al difunto por tráfico en el mercado negro. Holly, indignado, decide permanecer en Viena para lavar el buen nombre de su amigo, investigación que le llevará cerca de Anna, la joven que vio en el entierro, y que fue amante de Harry. Sin embargo, el rumbo de estas pesquisas darán cada vez con datos más confusos y contradictorios, hasta revelar una sorprendente verdad...

Sobresaliente en todos los aspectos, El tercer hombre fue elegida en su día como una de las mejores películas de la filmografía británica, y aún hoy sigue siendo un título sólido y entretenido, capaz de embelesar al público moderno. Probablemente una de las más modernas de las películas rodadas al modo clásico, la cinta es excelente a la hora de acostumbrar al espectador receloso al cine en blanco y negro, ya que lo envuelve en una historia de amor y misterio tremendamente sólida, rodada en unos tonos deliciosos, con atrevidas angulaciones holandesas en cada encuadre, un montaje que ralla la perfección, y una banda sonora vibrante que se adapta al ritmo fílmico como un guante. En definitiva, una de esas pocas películas perfectas, a las que no les falta ni sobra nada en cada uno de sus pormenores, y un tesoro inmortal del arte cinematográfico.